martes, 1 de julio de 2008

Arquitecto por un día

Acabé la entrada anterior deseando que los fines de semana a partir de ese fueran al menos tan interesantes como el primero de Junio había sido. Y no me puedo quejar, pues lo han sido y con creces.

Empezaré por el fin de semana inmediatamente posterior, fechado en los días 6, 7 y 8 del presente mes. Y sí, incluyo el viernes, pues dado que ya se se ha acabado mi contrato de becario con el Fraunhofer Institut, y la oportunidad era de las de no dejarlas correr, empecé el susodicho fin de semana el viernes por la mañana. De hecho, era casi aun de noche (o lo hubiera sido si no amaneciera tan rematadamente pronto) cuando me levanté para coger un tren que me llevaría a Weimar. La idea era ir allí con Teresa, Iñaki y Nuria, arquitectos ellos, pues un famoso estudio de arquitectos de Madrid (Ecosistema Urbano) realizaba allí un “workshop”. Puesto que yo aún no había estado en Weimar, y que además siento cierta predilección por la arquitectura, decidí apuntarme al viaje, y si no me gustaba, pasar del taller y dedicarme a dar vueltas por la cuidad.



La cuestión es que el madrugón no sirvo para nada, pues hasta las 9 no podíamos coger ningún tren, así que desayunamos largo y tendido, y tras 3 o 4 trasbordos llegamos a Weimar a la hora de comer. Esa misma tarde pasamos a formar parte del taller, aunque tuvimos ciertos problemillas iniciales para integrarnos en los grupos, pues ya estaban establecidos cuando nosotros llegamos.


Afortunadamente, el taller no era de arquitectura pura y dura, sino que consistía en recuperar espacios en desuso de la cuidad. Para haceros una idea, uno de los grupos limpió y modificó un patio de juegos, que hasta entonces solo utilizaban algunos adolescentes para ir a beber por las tardes, para que pudieran volver a usarlo los niños, y los adolescentes pudieran seguir bebiendo allí sin molestarse mutuamente. Otro grupo montó un lugar de reunión para los vecinos en una zona de aparcamiento abandonada, de tal manera que pudieran juntarse a ver el fútbol, hacer barbacoas, etc. Nuestro grupo optó por recuperar una plaza situada en un lugar de bastante concurrencia, pero que nadie utilizaba, pues los bancos que tenía eran tan “modernos”, que eran tomados por una escultura. Y claro, con lo que son los alemanes no van a utilizar esculturas para sentarse (por feas que éstas sean). Así que nos dedicamos a retocar la plaza para que quedara claro que uno podía sentarse, y colgamos paneles en los cuales cada uno podía escribir lo que opinaba que se debía hacer con esa plaza, o lo que se le ocurriera. Lo cierto es que fue todo bastante diferente a la idea original que teníamos, pero salió muy bien.

En el proceso, de hecho, construimos unos marcos que pintamos de rojo (y que por cierto luego no utilizamos) con los que nos fuimos a dar un paseo por Weimar, haciéndonos fotos con ellos y con los transeúntes que se animaban.

Más fotos en: http://picasaweb.google.es/tanthalas1984/ArquitectoPorUnFinde

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