Este sábado 24 tocaron en Pirna los Skatalites, padres, si no abuelos, del Ska. Dado que Pirna es un pueblo a unos 20 kilometros de Dresden, y hacía bastante sol, salimos antes de comer con las bicis, con ensaladas en la mochila, y ganas de ska en el cuerpo. El trayecto hasta el susodicho pueblo discurre a la orilla del Elba, siendo una hora y pico de agradable pedaleo.
Al llegar allí nos comimos las ensaladas a la sombra de la iglesia y estuvimos un rato haciendo el gamba con las pelotas de malabares, y con unos niños alemanes que les parecieron graciosas y se pusieron a jugar con nosotros.
El concierto se realizaba al aire libre en la plaza central de Pirna, la cual se fue llenando de gente poco antes de empezar los teloneros, Yellow Umbrella. Cuando empezaron a tocar aun era de día, pero el ska bailongo que tocaban, a pesar de no ser muy rápido, nos hizo movernos a todos. Como hora y pico después acabaron con su repertorio, y tras los bises empezaron los Skatalites. Tocaron la mezcla de ska reagge que hacen durante casi dos horas, animando al público y demosotrando su veteranía y buen hacer. (perdon por la calidad de la foto, en conciertos con la compact ano hay manera).
El concierto acabó pronto, pues el último tren para volver a Dresden salía a las 12. Así que la fiesta tuvo que seguir en la cuidad, dónde seguimos bailando sin descanso en el Groove Station, y cuando nos echaron de allí, en el Kaffee Koralle. Hambriento por haber comido sólo ensalada en todo el día, y agotado de tanto bailoteo, a eso de las 4 dije basta y anduve los 20 metros que me separaban de mi casa.
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Pero como digo, me fui porque estaba invitado en otra fiesta más, y el compromiso es lo que tiene. Esta vez fue en casa de Kalliopi, y aunque más tranquila que la anterior, también fue muy divertida, y sobretodo preciosa la manera de acabar: viendo amanecer desde el tejado de su casa, un sexto piso de Martin Luther strasse.
El sabado por la mañana salí para Berlín, acompañado de Amador y Guillaume, aunque ninguno se iba a quedar allí, por lo que había quedado con Loreto para encontrarnos allí y pasar el finde. Como Loreto llegaba tarde (venía de España), quedé con Teresa e Iñaki que también andaban por allí. Tal afluencia de gente se debía a que se celebraba el "Carnaval de las Culturas"; una especie de festival que mezclaba samba, mestizaje, procesiones, puestecillos y actuaciones en el parque, etc.
La cuestión es que no conseguí quedar con Loreto, y esa noche no salimos, en plan de reserva, así que dormí en casa de una amiga muy maja de Iñaki, Carmen, tras ver la peli del Gran Lebowski. Hicimos bien en reservarnos, pues bien por la mañana nos fuimos al parque de Hallesches Tor, donde toda la movida tenía lugar. Allí vimos las caravanas (bastante cutres, por cierto), aprendimos (los que no sabían) a jugar al mus, y echamos una tarde de parque, cervecillas y malabares muy agradable.
Volví a casa justito para mirar el correo (dormir hubiera sido peor) y montarme en el coche con mis padres para ir a Barcelona, dónde cogería el vuelo que me trajo de vuelta. 
